EL PROFETA PARA TIEMPOS DE VIOLENCIA Y DE ORGULLO.

“Por haber maltratado a tu hermano Jacob, Te cubrirá la vergüenza, Y serás exterminado para siempre.” Abdías 1:10

Abdías, el libro más corto del Antiguo Testamento, es una declaración de juicio contra esa nación antigua, conocida como la tierra de Edom.

El nombre Abdías significa «el siervo de Dios» El siervo hace su trabajo y desaparece en el trasfondo de la historia.

Abdías relata los hechos de dos naciones, la nación de Israel y la nación de Edom. Una, situada en la parte central del país y la otra, en la región desértica del sur.

Cada una de las naciones de la Biblia es una sombra prolongada de sus fundadores. Jacob, fue el padre de Israel y Esaú, su hermano gemelo, se convirtió en padre de los edomitas.

Este libro pone en evidencia que los problemas no resueltos en el seno familiar pueden afectar a las próximas generaciones.

Dios es un gran ilustrador, que se vale continuamente de ejemplos, de historias de naciones o de personajes trascendentes, para darnos ejemplos de valores y verdades espirituales para todos los siglos.

Ha tomado a estos dos hombres, y posteriormente a las dos naciones que descendieron de ellos una imagen consistente del conflicto, entre la carne y el espíritu, Jacob y Esaú, Israel y Edom.

Abdías se centra primeramente en Esaú que configura la carne, las pasiones humanas; y Edom, la orgullosa nación, procede de esa misma pulsión. Abdías en su breve reseña histórica y profética apunta a la nación de Edom.

«La soberbia de tu corazón te ha engañado, a ti, que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada, que dices en tu corazón: ꞌ¿Quién me derribará a tierra?ꞌ». (Abdías 1:3)

El problema que tiene Esaú es el orgullo. El orgullo, es la raíz de todos los males de la conducta humana. El orgullo es la característica básica de lo que la Biblia llama la carne, que lucha y batalla contra el Espíritu.

La carne desde el principio, se opone a los propósitos de Dios, desafía continuamente lo que Dios está intentando llevar a cabo en nuestras vidas.

Proverbios 6:16 dice: «Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete le son abominables». ¿Cuál es el número uno en la lista?
Respuesta: El orgullo, y todo lo demás, es una variante del mismo.

Esta es la naturaleza satánica, que fue implantada en la raza humana; todos los que han nacido de Adán poseen esta desviación congénita del orgullo.

El universo gira alrededor del yo, el dios rival, y eso es orgullo. El alter ego de la personalidad. Eso es Esaú y es Edom.
Puede manifestarse de mil maneras, pero encontramos, algunas expresiones comunes en los escritos de Abdías.

Una de ellas es la autosuficiencia: «… a ti… que decías en tu corazón: ꞌ¿Quién me derribará a tierra?ꞌ. Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová». (Abdías 1:3-4)

Esta actitud de habilidad autosuficiente es una señal de orgullo, y el Señor dice: «Aunque te remontaras como águila y entre las estrellas pusieras tu nido, de allí te derribaré».

La referencia en este libro a «a ti, que moras en las hendiduras de las peñas», es una referencia muy literal a la nación de Edom cuyas casas, estaban enclavadas en las alturas de la montañas rocosas de la ciudad de Petra, considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, situada en la actual Jordania. A esta asombrosa ciudad se llega por un estrecho desfiladero, que lleva al visitante a un lugar abierto donde habían sido tallados palacios en la roca viva, gigantescos templos con puertas de unos 12 o 15 metros de altura. Era la capital de Edom, ruta del comercio internacional de la época.

Sus habitantes creían que, debido a que poseían estas defensas naturales, eran inexpugnables. Por lo que su corazón se llenó de orgullo y, como dice el Señor, hablando por boca del profeta, se dejaron engañar por el orgullo de su corazón, pensando que no había nada que les pudiese derribar, pero Dios dijo que serían derribados.

Justo unos cuantos años después de los tiempos del Señor, los romanos llegaron y destruyeron las ciudades de Edom y se apoderaron de esta fortaleza y desde entonces ha estado en ruinas.

Esta clase de autosuficiencia es perfectamente evidente en el hombre que dice: «No necesito a Dios. Puedo ocuparme de mi propia vida sin Dios, gracias a mi propia sabiduría, mi propia fuerza, mis habilidades y mis talentos, y con eso me basta. Eso es todo cuanto necesito para tener éxito en la vida”.

Pero la autosuficiencia también se encuentra en el cristiano que dice: «Bueno, necesito a Dios; sí, le necesito en momentos de peligro, de temor y de presión, pero soy perfectamente capaz de tomar mis propias decisiones”.

Encontramos también otra forma del orgullo en este breve libro: La violencia. «Por la violencia hecha a tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza, y serás destruido para siempre». (Abdías 1:10)

Vivimos una sociedad violenta. Una cultura del odio y de la discriminación del otro porque piensa o se comporta distinto.

¿Qué hay tras la violencia del corazón humano? Una personalidad que no se ha quebrantado, un espíritu mimado y cobarde.

El orgullo gira solamente alrededor del ego y ataca a todo lo que desafía su reinado supremo en la vida.

¿De dónde procede esta violencia? Es de Edom; es el orgullo de la carne.
Hay otra forma de orgullo acerca de la cual leemos en Abdías: El morbo.

«No debiste alegrarte del día de tu hermano, del día de su desgracia. No debiste alegrarte de los hijos de Judá el día en que perecieron, ni debiste burlarte en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste alegrarte de su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad». (Abdías 1:12-13)

Dios acusa a Edom de cometer el pecado de gozarse maliciosamente por la desgracia ajena.
¿Ha dicho usted alguna vez ?: «¡Te lo has buscado!»? Se estaba usted gozando maliciosamente.

¿Qué dice usted cuando alguien ha fracasado y usted se ha enterado? ¿Dice usted alguna vez: «Ya te lo había dicho. Sabía que pasaría eso; lo he estado esperando todo el tiempo»?

«¡Cómo fueron saqueadas las cosas de Esaú! Sus tesoros escondidos fueron buscados. Todos tus aliados se han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo te han derrotado; los que comían tu pan te pusieron trampa debajo de ti. ¡No hay en él inteligencia!». (Abdías 1:6-7)

La soberbia, nos atrapa y nos engaña. El resto de las personas se dan cuenta de lo que nos está pasando, pero nosotros no nos damos cuenta de que estamos cavando nuestra propia tumba.

«Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones. Como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, engullirán y serán como si nunca hubiesen existido». (Abdías 1:15-16)

En otras palabras, Dios ha determinado el juicio sobre Edom, y es imposible escapar a Él.

¿Le suena eso a destrucción?
Pues lo es, para Esaú. No hay esperanza para Esaú; no hay salida. Esaú no puede de ninguna manera escapar al juicio de Dios, porque siempre está contra él. Uno de los nietos de Esaú era un hombre que se llamaba Amalec, que se opuso a los israelitas cuando estos iban de camino a Canaán.

En Éxodo 17:14-16, se cuenta que Dios dijo a Moisés: «… borraré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo». Y Moisés dice: «Jehová estará en guerra con Amalec de generación en generación».

Eso es lo que está diciendo Dios con respecto a la carne, que nunca hará las paces con ella.

Daniel Bustamante, Pastor de la IBC “Iglesia para todos”
Sermón predicado el día 29/08/21