El trabajo es parte de la historia del mundo y la humanidad.
El trabajo ha sido la forma de vida en la tierra desde que Adán y Eva dejaron el Jardín de Edén. El Señor le dijo a Adán: “con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19). Adán y Eva trabajaron en el campo para obtener el sustento y todo lo necesario para ellos y su familia.
El Señor le dijo al pueblo de Israel: “Seis días trabajarás” (Éxodo 20:9).
La responsabilidad familiar
Los padres deben trabajar juntos para proporcionar lo necesario para el bienestar físico, espiritual y emocional de su familia; no deben esperar que el Estado u otros, se hagan cargo de esas responsabilidades por ellos, salvo en casos excepcionales de despidos o de depresión económica. El apóstol Pablo escribió: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe” (1 Timoteo 5:8).
Los hijos deben ayudar en el trabajo familiar. Es necesario que los niños tengan asignaciones de trabajo que se ajusten a sus habilidades, y es necesario elogiarlos cuando hagan bien sus tareas. Las buenas actitudes, hábitos y habilidades de trabajo se aprenden mediante las buenas experiencias adquiridas en el hogar.
Algunas veces la gente atraviesa dificultades al intentar proveer para sus familias. Las enfermedades crónicas, la pérdida de uno de los cónyuges o el tener que cuidar a uno de los padres ancianos aumentan las responsabilidades dentro del hogar. Dios, sustentador del trabajo en el mundo, está pendiente de las familias que se encuentran en situaciones semejantes y les proporciona la fortaleza necesaria para seguir adelante.
¿Es posible disfrutar del trabajo?
Para algunas personas el trabajo es una carga; en cambio, para otras es una parte emocionante de la vida. Una de las formas de disfrutar completamente los beneficios de la vida es aprender a amar el trabajo.
No todos podemos elegir la clase de trabajo que hacemos. Algunos trabajan muchas horas en la era pos-industrial y del teletrabajo para satisfacer las necesidades más elementales, con lo cual se hace complejo gozar de ese tipo de trabajo. Sin embargo, la gente más feliz en la historia de los pueblos, ha aprendido a disfrutar de su trabajo, cualquiera que éste sea.
Podemos ayudarnos mutuamente en nuestro trabajo, puesto que la carga más abrumadora y pesada se vuelve mucho más liviana cuando alguien la comparte en equipo.
Nuestra actitud hacia el trabajo es muy importante.
El siguiente relato demuestra cómo un hombre vio más allá de su labor diaria. Un viajero pasaba por una cantera cuando vio a tres hombres trabajando. Preguntó a cada uno de ellos por separado qué estaba haciendo: La respuesta de cada uno de ellos reveló una actitud completamente diferente hacia el mismo trabajo. “Estoy cortando piedra”, respondió el primero; el segundo agregó: “Estoy ganando tres monedas de oro por día”; mientras que el tercero sonrió y dijo: “Estoy ayudando a construir una casa de Dios”.
En cualquier trabajo depende mucho la actitud de cada uno hacia la tarea y al disfrute de la misma.
El trabajo y el descanso
No solamente es placentero y necesario descansar. Ese día de descanso, después de trabajar seis días seguidos, nos brinda la recuperación necesaria para comenzar una nueva semana.
En la historia del cristianismo, el primer día de la semana fue dedicado a darle culto a Dios, además del descanso en familia. Es una buena manera de recobrar las fuerzas de manera integral “No solo de pan vive el ser humano, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” lo dijo el mismo Jesús.
Daniel Bustamante, pastor de la IBC.

