Las paradojas de los personajes de la Biblia
La idea que Rahab era prostituta ha escandalizado a algunos conservadores de la teología, prefieren pensar que se trataba de una simple encargada de un motel.
La Biblia, como ningún otro libro, relata de manera clara la historia de sus personajes sin maquillar la verdad.
Es probable que en la sociedad cananea, Rahab haya sido solamente una trabajadora sexual, hasta cierto grado, naturalizada por su cultura, sin importar la indignidad de su tarea como objeto de un sistema patriarcal dominante.
Quizás Rahab estuviera consciente de que su oficio le dejaba un vacío en el alma, como les sucede hoy a muchas personas que están en su misma situación, estigmatizadas por su historia, contexto familiar de abuso y todo tipo de violencia.
El relato bíblico deja entrever, que esta mujer, anhelaba una mejor calidad de vida.
Los excesos de la región cananea se debían en gran parte a la religión y a la inmoralidad. Los templos propiciaban la prostitución ritual, y la adoración de dioses como Baal y Mólek, los cuales exigían el sacrificio de niños, niñas y adolescentes.
Sin ir más lejos, culturas precolombinas de América bajo la dominación del imperio de los Incas, acostumbraban ese tipo de rituales para «calmar la ira de los dioses».
El oscurantismo religioso no tiene límites.
Dios conocía muy bien la maldad que tenía lugar en Canaán; tanto es así, que dijo: “La tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error, y la tierra vomitará a sus habitantes” (Levítico 18:25).
En realidad, siglos atrás, él ya había prometido que daría aquella tierra a los descendientes de Abraham, hoy el estado de Israel, la única democracia de medio oriente y en situación de guerras permanentes.
Ese era el caso de Jericó. ¿Cómo habrá sido para Rahab vivir en una de aquellas ciudades condenadas a la destrucción?
Solo podemos imaginar lo que debió sentir al oír hablar de los israelitas.
Pero Rahab era distinta en cuanto a su futuro a modo de supervivencia.
En el siglo XXI, millones de personas se sienten como Rahab: atrapadas por un estilo de vida que les roba la dignidad y la alegría; sienten que son invisibilizadas y que no tienen derechos.
La historia de Rahab es un caso testigo que nos deja ver como sociedad, que ninguno de nosotros pasa desapercibido para Dios.
No importa cuán excluidos estamos, Dios “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27).
Dios valora a todas las personas, especialmente a las más vulnerables de pueblo oprimidos por la tiranía de sus gobernantes, no las ve como objetos que se pueden comprar, vender y humillar a través de las asimetrías del poder.
Rahab arriesgó su vida en función de una causa noble al mando de Josué, percibía que el Dios de los hebreos le daba seguridad para ella y su familia.
La vida de Rahab, nos hace repensar, que nadie puede segregar a ninguna persona por su apariencia u orientación sexual. Cristo puede transformar la existencia humana en una vida plena.
La historia siempre la recordará por su fe y no por sus errores; sino por pertenecer a la línea genealógica del mismo Jesús de Nazareth.
Daniel Bustamante, Teología, Trabajo Social y Salud

