No solo vivimos en un mundo Interconectado, sino en un mundo vigilado
En las cárceles de máxima seguridad, hay sistemas de vigilancia electrónicos, pero los presos no ven nada, pero son vistos.
En la sociedad moderna, se establece una especie de patrullaje de vigilancia digital, donde los ciudadanos son observados, pero sin tener la sensación de ser vigilados con solo activar un ordenador o cualquier dispositivo móvil.
Quizás, todas las personas se sienten libres y desnudan sus intimidades voluntariamente en las redes sociales. Con ése saber se puede influir en los medios de producción, como materia prima del sistema.
Las libertades, no solo son restringidas por cuestiones sanitarias como las de ahora por el COVID, o por estados de sitio en situaciones excepcionales.
Nuestras libertades no están del todo restringidas, sino explotadas.
La era de las plataformas digitales como Facebook, Instagram y WhatsApp que miles de personas usan a diario, es asombrosa, pero su influencia sobre las personas, es mucho más que el sector privado, público o del gobierno. Se extrae patrones, tendencias y hasta modifican nuestra conducta, creándonos temor, ansiedad y desesperanza.
No hay precedente en la historia tamaña intervención sutil en las vidas humanas.
Si no nos cuidamos, con pensar, lo que publicamos, opinamos o viralizamos información en nuestra aldea global, éste sistema de vigilancia, se afianzará aún más.
Si no se regulan, muchos aspectos de éstas tendencias, el sistema de dominación mundial será más rápido de lo que suponemos.
Somos por encima de todo, fuentes de información.
«Google ya ha encontrado una formula para predecir comportamientos humanos» expresa la socióloga Shoshana Zuboff.
La Biblia anticipaba este tipo de sociedad en 2°Pedro 2:3 «por avaricia harán mercancía de vosotros con palabras fingidas»
Las aplicaciones digitales están basadas en un inteligente sistema para hacernos adictos. Supuestos consentimientos en informaciones privadas, es una de las grandes mentiras de Internet, ratifica Paloma Llaneza, abogada y experta en ciberseguridad.
El fervor de querer ser parte de lo último, hace que el mundo se meta en nuestros hogares.
Estamos «felices» con aplicaciones que nos ahorran tareas sencillas, como encender una alarma, el aire acondicionado o la luz, en forma remota.
Detrás de esto, está la centralización de un poder global, la gratuidad y cosificación de la dignidad humana de un mundo, cada vez más en rebeldía de Dios.
Daniel Bustamante, Teología, Trabajo Social y Salud.

