“El peor día de tu vida”.Base Bíblica: Jn 8:1-30 Cuál fue el peor día de tu vida? No me refiero a accidentado papelón. Más bien me refiero a ese momento donde lo peor de vos, tu debilidad más cobarde, tu acción más miserable, tu maldad más íntima quedó expuesto ante los demás. Es bueno recordar ese día, porque ese día en que debías ser acusado con razón, ese día Jesús fue tu Salvador.
Jesús enfrenta este capítulo a legalistas religiosos. Quizás sea bueno conocerlos porque también te los cruzarás en tu vida.El legalismo consiste en suponer que la manera de agradar a Dios se resuelve completamente en el mero cumplimiento de una ley o un sistema de normas o principios.
El legalismo no puede cambiar el corazón de las persona por eso siempre se enfoca en lo exterior.El legalismo juzga a la persona por cómo se viste, como se corta el cabello, que música escucha, la versión de la Biblia que usa, las personas que lo rodean, etc.
El legalista trata de hacer la obra de Dios, sin Dios.Como ya tiene todo por escrito en el libro ya no necesita consultar a su Autor. Es cierto que a lo largo de la hiEtoria Dios ha dado normas para cumplir, pero esas normas no reemplazan su presencia, su voz, su dirección, su corazón. Esas normas son apenas un punto de referencia de su voluntad, que no nos exime buscarle día a día. El legalista usa a la Palabra de Dios para agregar culpa a las personas. Se especializa en investigar la vida de los demás y condena cada pequeña infracción.
Exige de los demás una perfección que es imposible y lo hace en nombre de la obediencia y la santidad. El legalista sin darse cuenta se dedica entonces a hacer el trabajo de Satanás porque “Satanás” significa “acusador”. El legalista termina inevitablemente convirtiéndose en una personas infeliz, porque oculta al mismo tiempo, su propia infracción. El legalismo es Ciego de sí mismo.El legalista quiere un dios a su medida. No entra en su mente pequeña, un Dios tan grande, en misericordia, amor y compasión.
Lo opuesto al legalismo se llama” gracia” “pues la ley fue dada por Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” Jn 1.17 Gracia significa que Dios no te da lo que mereces, sino lo que necesitas.Veamos los incidentes de aquel día. Una mujer es traída, arrastrada por los legalistas ante los pies de Jesús acusada de haber sido sorprendida en el mismo acto de adulterio (eso significa que había un caballero en ese lugar, en el mismo pecado, pero llamativamente este no es arrastrado). Se trataba de una trampa montada en contra de Jesús. Intentando ponerlo como un libertino o cómplice de inmoralidad, se le pide a Jesús juzgue el caso.
¿Qué debía hacer Jesús en ese caso? La ley hebrea decía literalmente que la mujer debía ser apedreada. De no juzgar sería acusado de desobedecer a Dios mismo, expuesto como un falso maestro.
Pero Jesús no solamente conocía el libro de su Padre, sino más que eso. Conocía el corazón de la mujer acusada sino de sus acusadores. Y entonces pronunció esa frase famosa: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” Jn 8.7 Eso inhabilita a todos sus presentes pues todos somos infractores, todos hemos pecado.
El relato dice que los primeros en irse fueron los más viejos. Los jóvenes suelen ser más propensos a creer que nunca se equivocaron, ni nunca lo harán. En cambio los viejos estamos más tiempo aquí en esta tierra, suficiente para cometer errores y ser más conscientes de ello.
Pero hay unos detalles que sobresale de lo demás y es el hecho de que en realidad si había una persona habilitada para tirar la primera piedra y entonces desencadenar la de todos los demás. Esa persona sin pecado era Jesús. Él podría haber tirado la primera piedra y no lo hizo. Es Maravilloso no lo hizo.
Él le dice a la mujer: “tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar” Jn. 8: 11.
La mujer no recibió lo que merecía, sino lo que necesitaba: una nueva oportunidad.Parecía todo más fácil. Pero no lo es. Alguien tenía que morir, y ese requisito se cumplió. Salvo que no fue ese mismo día sino unos días después. No fue la mujer, sino fue Jesús.
Jesús anotó en su cuenta el pecado de aquella adúltera y lo pagó llegada la hora de la cruz.El acusador y sus enviados merodeaban como buitres esperando la carroña. El Señor con justicia debió habernos condenado y dejar caer sobre nuestras vidas las consecuencias de nuestra rebeldía y nuestra maldad. ¡Pero no lo hizo! Ese día Dios no nos dio, lo que merecíamos sino lo que necesitábamos. El murió para salvarnos. Anotó nuestro pecado y lo pagó en la cruz.Hubo más de un día que vos y yo estuvimos a los pies de Jesús y nuestro pecado nos condenaba. No había excusas ni atenuantes, éramos culpables. Eso que lo hiciste en privado… quizás. Eso que se convirtió en el peor día de tu vida.
En el peor día de tu vida. Jesús fu tu Salvador.