La transfiguración de Jesús.
Lectura bíblica: Lucas 9: 27-36
1) La comunión con Dios nos transforma.
Jesús ha dicho que algunos de sus discípulos iban a ver el Reino de Dios antes de morir. La trasfiguración en el monte Hermón fue una primicia de lo que va suceder en el futuro de los creyentes.
Jesús llamó a tres de sus más cercanos para que sean testigos de una muestra de su Reino.
Esto nos recuerda la importancia de la intimidad con Dios, ya que precisamente “cosas que ojo no vio ni oído oyó son las que Dios revela a los que le aman”. Cuando el Reino de Dios se establece en un corazón, en un grupo o ciudad o pueblo, no hay manera que no haya transformación – gr.metamosfosis-
2) El resplandor espiritual es el resultado de la comunión con Dios.
El A.T. registra a Moisés descendiendo del monte Sinaí, después de estar en la presencia de Dios, su rostro resplandecía ( Ex. 34:29-30)
En tiempos de Jesús los escribas y fariseos no tenían ése resplandor, porque la religión no transforma a las personas, es la comunión sincera y honesta con Dios. Hoy más que nunca, es necesario invertir en la comunión con el Señor en una sociedad en decadencia moral y espiritual.
“y subió al monte a orar”. Expresión que nos deja ver el anhelo, el esfuerzo, compromiso, diligencia y objetivo de Jesús. No es fácil subir a una montaña 500 mt para orar.
3) La gloria de Dios nos transforma
“mientras oraba” su rostro y sus ropas cambiaron. Nos dice Lucas 9:30-31 “he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías, aparecieron rodeados de gloria”.
La Gloria de Dios es la manifestación grandiosa, poderosa, magnifica de su presencia. La transfiguración de Jesús nos habla y recuerda la gloria venidera.
4) La gloria de Dios nos equipa y capacita para servirle
La gloria siempre, es de Dios, pero hace partícipe al hombre, “Moisés y Elías aparecieron rodeados de gloria” y “vieron la gloria de Jesús”, porque la gloria también (le pertenece a Cristo) pero delega porciones de gloria en sus hijos. No se puede servir eficientemente al Rey, cuando no hay intimidad con él.
El siguiente escrito sagrado, refleja el privilegio del ser humano
“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies” (Salmo 8:4-6) Este salmo, fue leído el 20 de julio de 1969, en su llegada a la luna por el astronauta estadounidense Edwin Buzz Aldrin celebrando la santa cena y exaltando la Gloria de Dios, con uno de sus colegas Neil Armstrong a 384.400 km de distancia de la tierra.
Esta gloria debe ser cuidada, lamentablemente Adán y Eva descuidaron, cuando parecían ser los más privilegiados del planeta.
El cristianismo basa sus creencias sobre tres pilares: la ley, los profetas y Jesús ( Mateo 5:17-18)
PUEDE QUE EN ESTE MUNDO SEAMOS MENOSPRECIADOS, PERSEGUIDOS Y DESPRECIADOS, PERO TODO ESTO CAMBIARÁ CUANDO EL SEÑOR SE MANIFIESTE EN SU GLORIA. TODOS RECORDAMOS LA CANTIDAD DE CRÍTICAS QUE RECIBIÓ MOISÉS DURANTE SU MINISTERIO, O CÓMO ELÍAS TUVO QUE PERMANECER ESCONDIDO POR MUCHO TIEMPO HUYENDO DE LA IMPÍA JEZABEL, PERO SIN EMBARGO, AHORA ESTÁN EN LA GLORIA ACOMPAÑANDO AL SEÑOR.
5) La comunión con el Señor fortalece la identidad del hijo.
La nube hace referencia a la presencia de Dios y allí el Padre celestial habló. Aquellas palabras son muy importantes para nosotros: Dios el Padre, no comparte la gloria divina con nadie, excepto con su hijo Jesús.
a) “Este es mi Hijo”: El Padre celestial confirma su paternidad divina, los discípulos, Moisés y Elías y el Hijo oyen la voz.
No es un hijo cualquiera, es mi Hijo dice el Padre. Los hijos necesitan ser afirmados en su identidad, cuando el hijo de Dios tiene claro quién es, no busca quien ser y hacer, ya que conoce su origen, propósito de vida y destino. Tiene que ver con nuestra identidad en Cristo, somos hijos de Dios. Es una verdad revelada. No tenemos que dudar (Jn. 1:12-13). Los demonios no tienen dudas quién es Jesús. (Hech. 19:15 Marc. 5:7-8)
Todo vacío de paternidad humana, son sanados y restaurados en la comunión con el Padre celestial.
b) “Amado”: El Padre expresa su amor por él, es su Hijo de gran valor para él. El Hijo está en la tierra en obediencia a él, y todo esto cautiva el corazón del Padre. Su amor por su Hijo hace que esté al tanto de todo lo que ocurre alrededor de él, El Padre tiene cuidado de sus hijos. Es una muestra de intimidad sin tiempo e historia.
“A él oíd”:
No debían oír a otro. Lo respalda con su autoridad. Confirma que sus palabras están en la boca de su Hijo, lo honra poniéndolo en lugar alto. Debemos tener en cuenta que quien conoce a Jesús conoce a Dios. Era una inquietud de Felipe, cuando le ruega a Jesús que le muestre al padre.
6) Conclusión:
Dios envió a su Hijo Jesucristo para enseñarnos no sólo con Su palabra, sino con su vida y ejemplo, el Señor nos invita a la comunión con él, a permitir su obra en nuestro corazón y fortalecer con él nuestra relación Padre-hijo. Lo sagrado no tiene que volverse algo común. Necesitamos estar en la cima de la comunión para poder ministrar a otros.
La transfiguración de Jesús nos enseña y recuerda que sólo el poder de Dios nos transforma realmente.