Un final abierto
La pandemia del COVID19, marcará en la historia como una nueva amenaza global, después de la Segunda Guerra Mundial.
La crisis sanitaria generó otra crisis en el área económica y social, afectando especialmente a aquellos sectores, colectivos y territorios más vulnerables provocando nuevas desigualdades.
También promovió cambios en el mapa geopolítico del mundo, evidencia la importancia del Estado y de la ciudadanía organizada para atender las necesidades urgentes e impulsar transformaciones que favorezcan una mayor resiliencia.
Mientras muchas corrientes ideológicas de derecha, izquierda y grupos diversos, debaten sobre el uso o no, de las vacunas.
Lo evidente, es que el virus SARS-CoV 2, parece alterar las alertas de defensa de cada organismo humano. Esto, es innegable en el transcurso de la pandemia.
Las vacunas solo atenúan los síntomas más severos. Pero, ante las diferentes variantes, mutaciones, será necesario que la comunidad científica siga investigando otras maneras más efectivas para un problema complejo.
Un «Goliat» que subyace ante el desafío de la conquista de la salud comunitaria de cada país.
Israel, como el estado más vanguardista de oriente medio, inoculó a su población de 9 millones de habitantes en forma masiva. Aunque últimamente, afloraron focos de contagios que obligaron a la nación judía, revisar protocolos y planes sanitarios; cuando parecía vislumbrarse la «nueva normalidad.
Un final abierto de esta «película» que desconocemos objetivamente el backstage de la trama.
Daniel Bustamante, Teología, Cs Sociales y Salud.

